21 febrero 2006

Tirando a dar




Estamos tirando a dar
Destrozamos trincheras hechas de realidad
Viajan mis horas en pompas de jabón
Mientras quemamos incienso

(…)

Estamos tirando a dar
Con nuestros tirachinas contra la realidad
¿Donde podemos esconder nuestro gran botín
de canicas multicolor llenas de rabia y desesperación?



Desperté. He acariciado mis sueños danzando en la niebla. Hemos eternizando el instante, y hemos visto temblar en nuestras manos nerviosas la última página antes del fin. Allí estaré, un minuto antes de la realidad, sosteniendo el tirachinas que destroza los muros infranqueables de la desilusión y el desencanto. Sentada al borde del precipicio, con la mueca irónica del perdedor dibujada en los labios, contemplando el vacío bajo mis pies. Mantengo el equilibrio, otra vez. Siempre.
Desperté. Escribí todos mis sueños. Abrazo mi oso de peluche y me observo en el espejo. No fui otra, no seré otra. Simplemente soy la niña que siempre imaginaste, instalada de espaldas a la realidad. Tratando a duras penas de sobrevivir al olvido, siguiendo las baldosas amarillas o atravesando, como cada noche, el espejo.
Desperté. He cerrado los ojos y he vuelto a ver tu imagen reflejada en el estanque. Fabricamos recuerdos futuros y pequeñas dosis de dulce nostalgia para combatir el olvido. Mientras, la hoguera de sueños que una vez encendimos, sigue iluminando la noche. Ilusiones que nunca se apagan, renovadas. Dejemos sonar la música una vez más. Siempre una vez más, sólo una.

Desperté, a tu lado. Y seguiremos soñando mientras dure el instante.



Raquel

"Tirando a dar" es el título de este blog, tomado de la canción de los increíbles Doctor Divago que lleva el mismo nombre.

06 febrero 2006

Muñecos de trapo


Sólo soy un muñeco de trapo.
Se derrite tu mirada como el azúcar a punto de caramelo. Dorada, brillante, solícita. Intuyes mi desprecio y aún así, o tal vez así, más me añoras. Ignorante de la tormenta que me agita, ajeno por completo a las caricias ausentes que recorren hoy, ahora, en este mismo instante, eternamente, mi piel cansada. Son tus labios melancólicos de mí los que me atan con invisible cadena a una vida sembrada de sombras y desencanto. No sé imaginarte.
Un muñeco, sí, de trapo.
Y de nuevo tus ojos en los míos, respirando el silencio que me delata. Mis ojos culpables, posados en las manos cuyos dedos entrelazas. Bajo una máscara de serenidad disfrazas el dolor que te causan mis mentiras. Mi verdad. No sabré jamás imaginarte.
Y es así, con tus ojos dulces, perdidos en algún punto inconcreto, cuando pienso en lo cruel que es el azar. Azaroso destino del que somos marionetas. Yo preguntándome quién mueve los hilos de quién, tú preguntando la hora. Sé lo que eres, y lo que soy.
Un muñeco de trapo, tan sólo. Tan solo.


Raquel