31 agosto 2008

Diario de una ausencia (3)

Encuentro
que la cotidianidad
se constituye
únicamente
de esparadrapos que disimulan
las cicatrices
de un pausado transcurrir.

Porque estar sin ti
es eso
simplemente,
existir.

Volver a casa
no es más
que desandar los pasos
que pocos minutos antes
me dirigieron
a otro lugar.

Y otro lugar
no es más
que un limitado espacio
como otro cualquiera.
Sin vida,
yermo e inútil,
hermoso o no,
pero insustancial
si tú
no me acompañas.

Respirar se convierte
en el automatismo absurdo
de mi lineal existencia.

25 agosto 2008

Diario de una ausencia (2)

Voy al cine
con el inconsistente pretexto
de diluir tu ausencia.

Entrada para uno.
Fila nueve, sexta butaca.
Sólo veo parejas
y pequeños grupos
que dulcemente
sonríen,
comentan,
bromean.
Se me anuda en el alma
la dicha ajena.

Palomitas para uno.
Recipiente pequeño,
botella de agua.
Ocupo mi asiento
en la oscuridad.
Es acogedor saber
que nadie me ve.
Esconderme
es un privilegio
que sólo yo conozco.

Película para uno.
Aún se me hace raro
apretar en un puño
mi entrada solitaria.
O la mirada del acomodador
que me observa
compasivo
como al animal que alguien
dejó olvidado
en una cuneta.
Quisiera gritar
que no estoy sola.
De alguna manera
sigues conmigo.

Lágrimas para uno.
Recuerdo las películas
que vimos juntos.
En la penumbra del hogar
-ése que se me derrumba-
o en la sala de un cine
como éste.
Hay algo absurdo
en la soledad
de una película compartida
con decenas de desconocidos.
Sin querer comento,
hablo en voz alta.
Al fin libero sílabas
-pequeñas-
que nadie atiende.
Sin embargo
ya no resulta extraño
que hable sola.

A mi lado hay un asiento vacío,
y me aterra pensar que este no hablarte
sea el epílogo
de un absoluto final.

24 agosto 2008

Diario de una ausencia (1)

Yo sólo soy
porque tú existes.

He palpado tu ausencia
esta mañana.
Al otro lado de la cama
mi mano inquieta
no encontró nada.
Sábanas frías, una almohada arrugada.
Un colchón inmenso, helado.
Vacío.
He palpado tu ausencia
todo el día.

Te busqué por la casa
al levantarme.
La cocina enmudecía
no dijo nada.
El gel de ducha, algunas camisetas
o tu espuma de afeitar.
Son las huellas que has dejado,
en apariencia.
Hay mucho más dentro de mí.
Te busqué por la casa
al despertar.

Nada sucede igual
si no es contigo.
Consumo cigarrillos cuyo humo
se mezcla con el salitre
de mis ojos.
Me vienen a la memoria
los días de mar, el sol,
las gaviotas.
Salir del agua con la piel
placenteramente acartonada.
Nada sucede igual
y sin embargo
todo parece lo mismo.

Hoy descubro que sólo soy
porque tú existes.