14 agosto 2007

Punto y final

Como una vieja fotografía,
así fue nuestro reencuentro,
amarillento.

Cuajado de abismales silencios,
máscaras irreconocibles,
tan distintas a las que solíamos usar,
y palabras huecas y distintas.

Distintas también nuestras miradas
vacías de fuego
despojadas de preguntas,
de ansiedad por conocernos
o de labios entreabiertos.

Como si nunca hubiera habido nada.

Como si no hubieran existido
las noches de pasión
perdidos en la noche,
las libélulas traviesas
atravesando el estómago impaciente,
los amaneceres fugitivos
y el sudor, la piel entremezclada.

Ahora, en la misma ciudad
que dio cobijo a nuestra audacia
reponemos sonrisas deslucidas
en el lineal de nuestro olvido.