20 junio 2006

Canciones para conmover

“Mejor nos damos prisa que hoy tocan los cero, lo he visto en un cartel…”
(Espejismo nº8, 091)


"-¿Y esta canción? Suena bien.
Mi amiga me miró de reojo, sin dejar de vigilar al que por entonces era su novio, amante o similar, que manejaba las baquetas con una precisión casi profesional.
-¿Qué?
-No, esta canción, que me gusta. ¿Cómo se llama?
-Ah, no sé. – Me miró y sin dejar de moverse al ritmo de la música, volvió a mirar al batería – No es de ellos, es una versión de otro grupo.
-¿Qué grupo es? – Mi curiosidad iba en aumento, de alguna manera aquellas notas me estaban queriendo decir algo, o tal vez mi caprichosa memoria, a medida que ha ido dando forma a la nostalgia, me lo hace recordar así.
-Ceronoventayuno, creo. O algo así, no lo sé seguro.
-¿Ceronoventayuno? – Memoricé el nombre, como si no olvidarlo fuera un asunto de suma importancia para mí (yo por entonces todavía no sabía que lo era).- Ni idea."


Vivimos rodeados de señales, señales que nos acechan en cada rincón, señales que caen del cielo, señales ocultas, disfrazadas, evidentes. Señales que encontramos y otras que, sin embargo, acaban encontrándonos a nosotros mismoa. Podría decirse que aquella noche de finales de verano recibí una señal en forma de canción. No recuerdo el título y tampoco logro recordar la melodía, sólo sé que el día que escuché el nombre del grupo al que se adjudicaba la autoría de la misma comenzó mi búsqueda y captura de canciones de los cero.
Recuerdo ahora la posterior conversación con aquel excompañero de facultad, que resultó ser casualmente el cantante del grupo. “Pero, ¿y tu? ¿Eres amiga de…?” “¿Entonces este es tu grupo? El mundo es un pañuelo …”. Frases entrecruzadas, miradas de sorpresa. Reencuentro. Bendita causalidad. Hablamos del concierto, y tras un par de observaciones sobre el estilo musical del grupo, se me abalanzó literalmente a los pies. “Por fin alguien que se da cuenta de nuestro estilo…”. Le pregunté por aquella canción. “Sí, 091, un grupo de rock de los 80”. Sonrió añadiendo un “tienen canciones muy buenas” y al instante una sombra de pelo largo y moreno se lanzó a sus brazos plantándole un morreo de minuto y medio delante de mis narices dejándolo casi sin respiración. “Estooo – dije- yo mejor me voy yendo.”

Ahí comenzó todo. Mi primer intento fue buscar en el e-mule algo de 091 (niños, no intentéis hacer esto en casa). Tenía que recordar a toda costa aquella canción, si la volvía a escuchar seguro que sabría cual era. Pero la mula no me proporcionó muchas satisfacciones. Dos canciones, dos, fue todo lo que conseguí. Tardaron uno o dos meses en descargarse y finalmente pude escuchar “Un hombre con suerte” y “Mi sombra y yo”. Mi primera impresión, aunque ahora me avergüence de ello, fue la de pensar “¿Y esto es todo?”. Sin embargo, algo había que me hacía volver a escucharlas una y otra vez hasta el punto de obsesionarme con ellas. Eran lo único de 091 a lo que me podía aferrar.
No era una búsqueda continuada. El recuerdo de los cero iba y venía de mi mente. No fue hasta un día de noviembre en la Fnac que me decidí a preguntar por ellos. La chica del mostrador me miró con cara de uva pasa. “¿Perdón, ¿cómo dices?” Ce-ro-no-ven-ta-y-u-no. “¿Escrito o con número?”. Encontró uno. Sentí una inmensa satisfacción que no entendí muy bien, pero como tampoco entendía el porqué de tanto afán en encontrar música de un grupo que apenas conocía, me limité a sentir el cosquilleo incesante que me inundaba el estómago.
“Bueno – me dijo – hay que pedirlo. Pero tardará un par de semanas. Me das tu número de teléfono y cuando lo tengamos te lo haremos saber vía sms.”
Era el Todo lo que vendrá después (reedición remasterizada de 2001). Tuvieron que transcurrir dos meses hasta que recibí, al fin, un sms de la Fnac. “Lo sentimos, pero tu pedido nº#### no ha podido ser tramitado…”. Vaya, en todo ese tiempo prácticamente me había olvidado de aquel pedido, y casi intuitivamente, ya lo había dado por perdido.
Por suerte, el destino siempre guarda cartas en la manga, y cuando se cierra una puerta… Se abre un ventanal con vidrieras de colores y suenan trompetas celestiales. Poco tiempo después apareció él (y hoy en día no se me ocurre nadie mejor que él para darme a conocer plenamente a 091) y me abriría ese ventanal al facilitarme la discografía completa de los cero, marcando sin dudarlo un antes y un después. Decir que 091 cambió mi vida puede resultar, y resulta, exagerado. Pero no por ello deja de ser menos cierto. Nunca antes de 091 había encontrado en la música una válvula de escape, una fuente de la que beber, un alivio para el tedio contemporáneo, una respuesta a miles de preguntas sin contestar. Nunca la música había logrado conmoverme hasta ese punto. Al fin encontraba la música, las letras, melodías, palabras y sentimientos que daban forma a mi existencia. 091 no era tan sólo una señal. Así que gracias, mil gracias por poner palabras a lo que siempre he querido expresar. Sólo siento llegar tarde. Demasiado tarde para verlos en concierto, para comprar sus vinilos, o para vivir el lanzamiento de un nuevo disco en el mercado… O tal vez no.

El 18 de Mayo de 1996, en el anfiteatro de Maracena, Granada, 091 nos regalaba su último concierto. Entonces fue grabado y editado en un doble CD titulado, cómo no, “Último concierto”.

Ahora, diez años después, Pentatonia Records hace pública la siguiente noticia:

"El 27 de junio se pone a la venta la reedición del "Último concierto" de 091. Se cumplen ahora diez años de la separación de los Cero. La banda granadina, que estuvo en activo desde el año 1982 hasta el 96, decidió poner fin a su carrera haciendo una gira de despedida cuyo último concierto fue grabado y editado en su momento.


Fue el “testamento en vivo” de una de las bandas de rock más carismáticas de la escena española. Un testamento sonoro y visual que desprendía pasión y electricidad. Diez años después del adiós de la banda, Pentatonia Records se dispone a reeditar aquel doble CD más un DVD que recoge las imágenes del citado concierto. Convenientemente remasterizado y con la inclusión de algunos extras en el DVD, se trata de un formato triple en digipack que estamos seguros de que viene a cubrir las expectativas de los seguidores del grupo. Y para los que no llegaron a conocer a 091, una oportunidad para descubrir a un grupo que facturó algunas de las mejores canciones de rock en castellano de todos los tiempos."


Siempre nos quedará una última cerilla por encender. Una última hoguera que ver arder.



Raquel

4 Comments:

At 12:07 a. m., Blogger Sísifo said...

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At 12:10 a. m., Anonymous Anónimo said...

Qué puedo decir... El primer disco (casette) que compré de 091 fue el "12 canciones sin piedad". Lo destrocé literalmente de tanto ponerlo. En el coche no se escuchaba otra cosa, una y otra vez... La primera vez que los vi en directo fue en una especie de fiesta de "el gran musical", relacionado con los 40, si no me equivoco. Recuerdo ver a unos melenas en el escenario metiendo un jaleo BRUTAL con las guitarras. Unos tipos a nuestra derecha y otros detrás no paraban de fumar porros, y algo se nos pegó, porque nos reíamos más de la cuenta. Después, al primer concierto de 091 al que asistí "con conocimiento de causa" fue uno de la gira del tormentas imaginarias. Me pareció IMPRESIONANTE, lo mejor que había escuchado en mi vida. A este siguieron bastantes conciertos, tuve la suerte de conocerlos a tiempo, aunque ya me hubiese gustado descubrirlos antes. Por supuesto estuve en el último concierto. Por supuesto alguna lágrima se deslizó por mis mejillas. El mejor grupo de este país decía adios. Tras desaparecer del escenario estuve un tiempo indefinido inmóvil, llorando por dentro y por fuera. La separación de 091 fue injusta, más allá de rumores de peleas y desencantos...
Mucho Cero, mucho Cero, eh, eh...!!

 
At 12:23 a. m., Blogger Raquel said...

Podría decirse que me inicié al mismo tiempo en la música de los cero y en la de Lapido en solitario. De hecho confieso que siempre me ha gustado más lo que transmite la voz de Lapido que la de José Antonio García y que en un primer momento decía que prefería a Lapido en solitario que a los cero. Hoy, sinceramente, me sentiría incapaz de elegir. Me quedo con ambos, no podría prescindir de ninguno.
Por cierto, en este mismo blog puedes encontrar las crónicas (por llamarlo de alguna manera) que hice sobre los conciertos del 2 de diciembre de 2005 en Granada, y el 30 de Marzo y 1 de Abril en Alicante y Valencia respectivamente.

:)

 
At 11:20 a. m., Anonymous Anónimo said...

El primer disco, en vinilo, que tuve de ellos fue "Doce canciones sin piedad".Ni antes ni después he disfrutado de un disco como disfruté de ese. Tal vez lo iguala, para mí, el "Never mind the bollocks", de los Sex Pistols. Simplemente, los 091 fueron algo más que un grupo de rock. Lapido habló como nadie de la desesperación, de la vida y de las sensaciones.
Años después conocí a Lapido en una cena con un amigo. Le dije todo lo que pensaba de bueno de él y, como no, y de la música de los 091.
De manera tímida, me dio las gracias. Al menos supo que alguien más adoraba lo que hicieron.

 

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