16 noviembre 2006

Sola



Se siente sola y abraza la almohada con el ímpetu raído por los días que se han ido amontonando a sus espaldas. No sabe reaccionar. Todo lo que una vez anheló lo ha conquistado, lo ha saboreado intensamente, hasta exprimirle el jugo. Lo que ya posee, sin embargo, nunca le interesará.
Ella vive de deseos que siempre están por cumplir. Ansía hacia delante, lo que todavía tiene que llegar, mientras huye hacia atrás. No sabe de dónde mana su desazón y ese vacío que le hiela la sangre y adormece sus sentidos. Hoy sabe que todo es sinónimo de nada y que su vida se le ha escapado de las manos como si de un puñado de fina arena se tratase. Lo que tuvo se ha convertido en polvo, lo que tuvo nunca fue suyo. Lo que tendrá es sólo un espejismo de su desierto particular.
Ella vive en el pasado imperfecto de una ilusión muerta. Recuerda la flor, cuando la tuvo en sus manos, olió su aroma y la colocó en su pelo. Una rosa que dejó secar hace tiempo cuelga de uno de los barrotes de la cama de su dormitorio. A veces la mira, intentando recordar. Casi nunca recuerda qué sintió al tenerla en sus manos.
Ella desea vivir en un futuro incierto de ilusión prefabricada. La felicidad siempre está un paso más allá de sus pies. Ella sonríe viviendo en el preámbulo de lo que pretende conseguir, en la promesa de obtener la recompensa si llega a la meta sin desfallecer. Orienta sus esfuerzos en acariciar otra flor, que la espera eterna en el horizonte. La flor que no va a alcanzar, la misma que se marchitó en sus manos.
Se siente sola y abraza la almohada, agotada la ilusión, la vida deshonra su nombre. Todo es absurdidad.

1 Comments:

At 9:47 p. m., Anonymous Anónimo said...

"A veces la mira, intentando recordar. Casi nunca recuerda qué sintió al tenerla en sus manos."

Triste y cruel, pero así suele ser. Bendita lucidez la tuya, Raquel.

F.

 

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