19 noviembre 2005

Match Point


"Aquel que dijo:”prefiero tener suerte a tener talento” conocía la vida en profundidad. La gente tiene miedo a reconocer el gran papel que desempeña el azar en la vida. Da miedo pensar que haya tantas cosas fuera de nuestro control. Hay un momento en un partido en que la bola golpea en lo alto de la red y por una milésima de segundo puede caer hacia un lado u otro. Con un poco de suerte rebota en el campo contrario y ganas. O puede que caiga en tu campo y entonces pierdes." Así empieza Match Point.

Creo que en la vida existen dos tipos de personas, los que creen tenerlo todo bajo control y aquellos que piensan que todo queda fuera de su alcance, que nada se puede controlar. No sé cuál de las dos visiones de la vida es más insensata pero posiblemente, ande más desencaminada la primera. El ser humano tiende a pensar y creer ciegamente en su poder de elección, basando en ese poder su libertad. Pero parto de la siguiente pregunta: ¿Hasta que punto soy yo quien toma las decisiones? ¿Dónde termina la frontera entre mi libertad y las circunstancias impuestas que yo no he elegido? La vida tiene un alto y decisivo componente de azar, o de suerte. Ese componente es tan elevado que nos asusta pensarlo. A menudo nuestras posibles decisiones son tan solo una pequeña muestra de las múltiples posibilidades existentes de elección que, debido a las circunstancias del preciso momento, quedaron desechadas por el azar. ¿Y por qué quedaron fuera de nuestro alcance esas decisiones que jamás conoceremos y que ni si quiera seremos capaces de imaginar? Es todo fruto de la causalidad. Las causas que llevan a otras causas que darán origen a otras múltiples causas que desemboquen finalmente en la ocasión que se nos presenta. Nuestra oportunidad de elegir y, al mismo tiempo, desechar la otra opción. Porque siempre hay otra opción. Y al desecharla, desechamos otras futuras ocasiones de elegir, definiendo al mismo tiempo, el camino que nos llevará a otras futuras elecciones. Tampoco somos conscientes, al tomar una decisión, de cuáles serán sus consecuencias... Podemos tener una idea aproximada de la consecuencia casi inmediata de dicha elección pero somos incapaces de intuir mínimamente todo lo que vendrá después y cómo orientará esa decisión nuestro camino, ese que hacemos a cada instante. Y con esto me remito inevitablemente a ese “Efecto mariposa” del que habló en su día un tal Lorenz, al tratar de explicar la importancia de lo pequeño y de cómo todo, por insignificante que parezca, es susceptible de generar un desenlace dramático (y con dramático me refiero a grandioso, cargado de emoción, de importancia, de trascendencia…).

Kundera abordó, a mi parecer, de una manera sutil este tema, en su obra La inmortalidad al referirse a los acontecimientos episódicos y a aquellos que se convertían en la causa de otros acontecimientos históricos:

“… ningún episodio está a priori condenado a seguir siendo para siempre episodio, porque cualquier acontecimiento, aún el más insignificante, esconde dentro de sí la posibilidad de llegar a ser antes o después la causa de otros acontecimientos y convertirse así en una historia o una aventura.”

Tampoco olvidó abordar el tema de la casualidad, llegando incluso a detallar los diversos tipos de casualidades. Kundera entendía la casualidad como esas coincidencias curiosas que se producen a diario, a todas horas, y que, con apariencia inofensiva, desencadenan acontecimientos de índole insospechadamente trascendental. Nos empujan a seguir un camino en lugar de otro.

En Match Point, de Woody Allen (al que descubro por primera vez en esta película), esta idea (entre otras) queda reflejada a lo largo de la película, quedando resumida casi al final de la misma en una sola frase: “Ella sólo tuvo la suerte de encontrarse en el lugar oportuno y en el momento oportuno”.

Para mí esa frase sentencia lo insignificante que resulta nuestro “poder de elección” frente a las circunstancias que rodean nuestras vidas, ya que “sólo nos dejan ser espectadores de vidas que giran alrededor de la nada”.

1 Comments:

At 8:34 p. m., Anonymous Anónimo said...

Las causalidades, escogidas o no, pasarán a ser la única parcela de libertad de nuestras vidas.
Mientras creamos en la magia...
;)

 

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